Cuando volvimos de las vacaciones italianas este pasado verano, vino conmigo un panel de tela propia de la Toscana. Estaba claro que su destino era hacer un cojín. En la misma tienda compré algo que me sirviera para la trasera, un bonito lino con mezcla de algodón y con cierta caída.
Le añadí unas bolitas de algodón y ya tengo otro cojín para hacer mi sofá más agradable.
Detrás monté las telas dejando una abertura para sacar el cojín y lo cerré con una cinta de piculina doble sobre las que cosí unos botones de nácar grandes.
El próximo miércoles dedicaré este artículo a la decoración otoñal en mi habitación de costura, que ya va haciendo un frío ......